Desarrollar
de Nuevo
SIN BANCO
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Ya no es solo cansancio.
Es esa sensación en el pecho de que todo puede salirse de control aunque uno haya hecho las cosas bien.
De que un papel mal firmado, un retraso, o una mala interpretación pueden voltearte la vida.
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Cansa tratar con los bancos. Que no les importa si detrás de ti están o estaban decenas de familias con sueños y una quincena más.
Cansa hablar de los clientes, a los que antes fueron la pieza más importante, para los que soñaste, y hoy solo quieren ajustar cuentas.
Cansa ver a los proveedores, que antes eran parte del mismo sueño, y ahora solo esperan una respuesta que uno no tiene.
Y cansa sentarse con los inversionistas, que con cordialidad, te recuerdan que la paciencia tiene fecha de vencimiento.
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Y uno intenta seguir, pero ya no con el mismo ánimo.
Porque en el fondo sabes que no se trata solo de números,
se trata de no perder la tranquilidad, de no vivir con ese nudo en el estómago cada vez que suena el teléfono.
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A veces, más que crecer, lo único que quiero es respirar.
Poder dormir sabiendo que no hay nada pendiente que me quite el sueño. Volver a trabajar con gente que crea, no que sospeche.
Volver a sentir que construir todavía vale la pena.

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